viernes, 17 de septiembre de 2010

Carta a los que me encontre por el camino

Me pregunto si todos nosotros compartimos realmente tantas cosas, o solo nos encontramos en un lugar por casualidad. Y la verdad es , que , ahora que creo menos que nunca en las casualidades, me respondo , que debemos tener bastantes cosas en comun. A veces se me olvida, pero intento recordar que todas las personas que me he ido encontrando por el camino, y con las que convivo, en un momento de su vida, vivieron una adolescencia y un inicio en su juventud. Supongo que han pasado tantisimas tardes como yo, en un banco en algun parque, sin saber muy bien como se enfrentarian a la siguiente etapa en su vida. Que antes de realizar un cambio de lo predominantemente estatico, a la vida dinamica, insegura, y cambiante , pasaron anyos iendo al mismo cine, durmiendo en la misma cama, iendo a la misma clase cada dia. Cultivando y dejando crecer amistades que solo con el tiempo llegan a convertirse en algo tan interesante... en algo tan importante. Disfrutando de los lazos familiares, desarrollando al fin y al cabo una relacion de amistad, con las personas que ellos elijieron para que pasasen a formar parte de su vida.

Supongo que como yo , no dejaron lo conocido atras por un tiempo, por que sus circunstancias pasadas fuesen malas. Muchos nos fuimos dejando un trabajo decente, y una vida con un estandar de comodidad mucho mas alto del que a dia de hoy , si seguimos por ahi dando vueltas disfrutamos.
Desgraciadamente, no puedo decir que nos fuimos por hacer algo por alguien mas que por nosotros mismos. A pesar de tener curiosidad por lo distinto, de tener interes en las diferentes culturas, y de sentir que las nuevas experiencias son uno de los motores de nuestra vida, el fondo que genera que salieramos de casa, y que tardaramos algo mas de lo planeado en volver es otro.

Creo que somos amantes de aprender. El hecho de aprender es posiblemente una de las mayores motivaciones en nuestra vida. Ello nos lleva a alcanzar nuevas sensaciones, y llegar a lugares nuevos. Nos trae todo lo positivo que un viaje te puede brindar.
Pero hay algo de lo que nos hacemos dependientes.
Sin llegar a ser totalmente conscientes , acabamos siendo protagonistas de una paradoja.
Somos culturistas de lo estetico. Nos sentamos en una piedra durante tres horas a solas observando un paisaje, y nos damos cuenta de lo afortunados que somos. Pero nos sentimos mas afortunados aun , por saber que podemos seguir viajando, que podemos seguir viendo cosas, y por que el mundo es tan grande y alberga tanta belleza, que siempre vamos a poder continuar disfrutando de esta experiencia.
Cuando uno sale de casa, se da cuenta de que realmente puede llegar a donde quiera. Y nos hacemos adictos a esa sensacion. Viajamos solos, y sin embargo no somos personas solitarias. Pero a veces deseamos el sentimiento de desapego de forma tan deliberada, que renunciamos incluso al hecho de profundizar en una relacion, por el mero hecho de continuar el camino que nosotros queremos.

La libertad mental, el hecho de saber que si estamos en un sitio, es porque nosotros hemos llegado ahi, y que podemos hacer la maleta al dia siguiente y buscar otro lugar distinto, en cierta forma nos atrapa. Nos convertimos en esclavos de la libertad por un tiempo. Somos capaces de vivir comiendo todos los dias lo mismo, de dormir en los peores lugares, de hacer los trabajos que nadie quiere hacer, de vivir con dos pares de pantalones y cinco camisetas, todo a cambio de sentarnos en esa piedra y ver ese paisaje. A cambio de seguir conociendo personas que nos enriquecen. A cambio de sentir que aun podemos elejir un proximo destino. Sentir que lo unico que hay que hacer es abrir un mapa y senyalar con el dedo a donde queremos ir.

Sin embargo a veces nos cuesta dormir. Nos damos cuenta de que incluso vivir un suenyo tiene una cara oculta. No sabemos hasta cuando podremos seguir sonyando, o si de hecho ya hemos elejido no despertar.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Un dia dedicado a la contemplacion
































Hace poco que me di cuenta de que en los tres meses que llevaba de temporada, no habia dedicado ni un solo de mis dias libres a descansar... a no hacer nada. Ya iba siendo hora, asique en vez de esquiar, decidi salir a la calle. Saque fotos a la gente de la ciudad, cosa que llevaba tiempo teniendo ganas de hacer, y tras eso me sente en un lindo cafe con vistas al lago, donde pase varias horas observando como iba cambiando el tiempo y mirando las montanyas.
Que necesario, y que sano es quedarse a veces en un sitio parado a ver como pasa el tiempo...